¿Por qué algunas personas hacen que nuestros corazones latan más rápido, que nuestro estómago se agite y traen un brillo rosado a nuestras mejillas? ¿Y por qué es que estas mismas personas nos decepcionan tan a menudo al final que ya no creemos en el amor?
La respuesta es que «la química» que sentimos cuando conocemos a nuestro «otro especial» puede no ser un signo de compatibilidad o amor, sino un anhelo urgente e inconsciente de revivir y reescribir nuestro pasado. Esta mala interpretación de nuestras emociones puede conducir a importantes errores relacionales y arrepentimientos, entonces, ¿cómo podemos ser más precisos en nuestros juicios y decisiones?
La química en las emociones
Lo más importante es comprender cómo funcionan las emociones, que son la respuesta de nuestro cuerpo a la experiencia. Cuando ese «alguien especial» hace que nuestro corazón se acelere, lo que sucede a continuación, al menos en términos de nuestro sistema de respuesta interno, es que «nombramos» estas emociones. Así, por ejemplo, podríamos nombrar palmas sudorosas, un corazón palpitante y piel enrojecida como «fuerte atracción». Por lo general, esta denominación de reacciones corporales ocurre de forma rápida, automática e inconsciente.
Sin embargo, las emociones que muchos de nosotros asociamos con la atracción sexual son muy similares a las que ocurren cuando se estimula nuestro cerebro de amenaza debido a la química. Por ejemplo, la investigación muestra que la hormona del estrés, el cortisol, aumenta durante las etapas iniciales del «enamoramiento».
Esto no es tan sorprendente cuando descubrimos que las emociones de nuestro cerebro de amenaza (peligro / evitar) y el cerebro impulsor (excitación / acercamiento) son estimuladas por la misma parte de nuestro sistema nervioso.
Por lo tanto, cuando esa persona especial hace que nuestro corazón se acelere, podríamos interpretar esa respuesta emocional como «amor» (acercarse a esta persona) y también podríamos interpretarla como una advertencia basada en el miedo (evitar a esta persona).
Desafortunadamente, el cóctel embriagador de sustancias que se liberan cuando nos encontramos con ciertas personas bloquea nuestra capacidad de pensar con claridad o profundidad y de tomar decisiones más informadas.
A medida que aumentan la química, el cortisol, la dopamina y la adrenalina, los niveles del neurotransmisor serotonina se agotan y los niveles bajos de serotonina precipitan lo que Richard Schwartz, un investigador médico de Harvard, describe como los ‘pensamientos, esperanzas y terrores intrusivos, enloquecedores y preocupantes del amor temprano’ .
En otras palabras, comportamientos obsesivo-compulsivos asociados con encaprichamientos románticos.
¿Cuál es la función de estas emociones dramáticas y por qué las sentimos si pueden llevarnos por mal camino en el amor?
Una respuesta es que estas emociones surgen porque esta persona ha provocado actividad química en nuestro inconsciente.
Nuestro inconsciente «ve» en ellos una oportunidad para expresarse, lo que siempre está tratando de hacer, por ejemplo, en nuestros sueños, nuestras acciones que parecen «fuera de lugar», nuestros pensamientos «inaceptables» y nuestras oleadas emocionales extremas.
Dado que en su mayoría empujamos recuerdos desagradables y dolorosos a nuestro inconsciente, a menudo son estos los que el inconsciente más desea expresar y resolver.
Por lo tanto, las personas con las que experimentamos reacciones emocionales muy fuertes son a menudo las que nos permiten volver a experimentar los problemas y desafíos que enfrentamos al crecer.
Estos recuerdos experienciales se almacenan como «de mayor valor» que los recuerdos más felices porque nuestro cerebro está diseñado para priorizar y recordar problemas, y cómo tratarlos, como «datos de supervivencia» significativos.
Los recuerdos de mayor valor se activan fácilmente y con ellos también lo son nuestras respuestas, necesidades y anhelos infantiles. Esto ofrece una explicación de por qué nos acercamos a estas personas en lugar de evitarlas y por qué las encontramos tan fascinantes.
Los demás nos cautivan por dos razones importantes:
La primera es que experimentamos la familiaridad: sabemos cómo estar cerca de esta persona porque nos hemos encontrado con personas como ellos en nuestra infancia. La familiaridad desencadena emociones que (erróneamente) interpretamos como una coincidencia o un ajuste. Creemos que esta persona es «la indicada».
La segunda es que nuestro inconsciente ve la oportunidad de reescribir el pasado. Esta persona especial, al ayudarnos a recrear los patrones de nuestro pasado, nos brinda la oportunidad de revivir esos patrones y de alguna manera, esta vez, superarlos.
Cuando estamos encaprichados trabajamos muy duro para ser amables, inteligentes, adoradores y atractivos para que esta persona (que se parece tanto a la persona que una vez nos rechazó o criticó) nos ame de una manera que antes no nos amaban.
Y, como si la magia estuviera realmente en acción, donde una vez no fuimos amados ahora lo somos, donde una vez fuimos incompetentes ahora somos capaces, y donde una vez hubo dolor y decepción, ahora hay alegría y satisfacción.
Dinámicas del enamoramiento
La compulsión a la repetición, la tendencia a revivir y repetir experiencias pasadas, es una dinámica relacional muy común. Es la dinámica involucrada cuando, por ejemplo, nos casamos con personas como nuestros padres. Sin embargo, cada vez que nos relacionamos con los demás como figuras del pasado, no los vemos como son en realidad. El enamoramiento ciego de este tipo casi siempre conduce a problemas de relación.
Una vez que entendemos que nuestras respuestas corporales no ‘significan’ nada sobre el otro, sino que indican una realidad dentro de nosotros mismos, nos sentimos más motivados para prestar atención y sentir curiosidad por nuestra vida interior y nuestras verdaderas motivaciones. Si bien tales descubrimientos pueden ser dolorosos al principio, eventualmente conducen a una mayor autoconciencia y claridad de percepción cuando se trata de nuestras elecciones y decisiones en el amor.
Fuente: psychologytoday.com